Hay varios tipos de intervención cuando nos centramos en un tratamiento neuropsicológico. El primer paso es hacer una evaluación. Esta se lleva a cabo con diferentes pruebas que son capaces de medir la capacidad que tienen las funciones mentales superiores en relación con un grupo de referencia, y por consiguiente podremos saber cuáles son las regiones cerebrales que pueden estar afectadas. Después de la evaluación se pueden proponer dos tipos de tratamientos en función del problema encontrado: estimulación cognitiva o rehabilitación neuropsicológica.
La estimulación cognitiva está dirigida a personas sin patología o con una patología muy leve, como puede ser un pequeño deterioro cognitivo debido a la edad. Este tipo de intervención proporcionará un mejor rendimiento en las funciones mentales superiores en personas que quieran incrementar sus capacidades, que noten que en alguna capacidad ha disminuido su rendimiento (por ejemplo, fallos en memoria o atención), o que simplemente quieran mantenerse mentalmente en forma y activos para afrontar los retos del día a día satisfactoriamente.
Por otra parte, la rehabilitación neuropsicológica, se centrará en aquellas personas que tengan una patología más pronunciada, como puede ser una demencia de tipo Alzheimer, Parkinson, lesiones relacionadas con ictus o enfermedades desmielinizantes (como la esclerosis múltiple) entre muchas otras. En este tipo de intervención podemos encontrar tres tipos distintos de tratamiento:
1. Restauración de las funciones mentales superiores afectadas. Este tratamiento se efectúa directamente sobre las funciones alteradas, con el objetivo de que vuelvan a estar normalizadas, suponiendo a su vez, una rehabilitación completa o casi completa del área cerebral dañada. Por ejemplo, trabajar la atención de una persona que ha sufrido un ictus y tiene daños en la corteza parietal posterior, con el objetivo de que la función vuelva a tener un rendimiento lo más parecido posible al que tenía antes del infarto cerebral.
2. Compensación de la función afectada, dirigida a facilitar la rehabilitación de las funciones mentales superiores mediante el uso de estrategias alternativas, o ayudas externas que le quiten peso a las funciones mentales que se encuentran alteradas. Con este tratamiento conseguiremos reducir los requisitos cognitivos que se necesitan para llevar a cabo una actividad que implique la función alterada. Por ejemplo, si hay fallos en la memoria, se trabajará el uso de estrategias mnemotécnicas y se utilizarán notas recordatorias (estímulos externos que ayudan a la función mental).
3. Sustitución de la función. Esta intervención se centra en obtener el mayor rendimiento posible de la función alterada, interviniendo sobre las funciones mentales conservadas y optimizando las funciones alteradas por medio de estrategias sustitutorias. Por ejemplo, si hay fallos en la atención de un paciente, podremos trabajar sobre la visopercepción haciendo que revise bien el espacio y los objetos que hay a su alrededor compensando el déficit atencional.
Por Juan Romero Alonso, Psicólogo sanitario y Neuropsicólogo clínico